Cuando tu niño te dice naturalmente «gracias» después de que le entregas una caja de jugo, no solo es adorable, sino que es una buena señal de que está comenzando a comprender los fundamentos de la cortesía y la gratitud. Ahora mismo, para el niño, el «gracias» es como una contraseña o un código que ha aprendido para obtener lo que necesita y mostrar el comportamiento esperado. Aunque es difícil para un niño pequeño entender el peso de la experiencia de la gratitud en esta etapa, eso no significa que su expresión de agradecimiento por su caja de jugo sea insignificante. Demuestra que está en el camino correcto para eventualmente sentir el poder de la gratitud.
La gratitud no siempre estuvo en el radar de la comunidad científica. Pero recientemente, ha habido una creciente curiosidad en sus beneficios y en cómo afecta nuestra mente, cuerpo e incluso a nuestras comunidades. El Dr. Alan Delamater, profesor de pediatría y psicología de la Universidad de Miami, afirma que las personas que experimentan y expresan regularmente su gratitud son más saludables, felices, resilientes y menos propensas a sufrir depresión o ansiedad.
Delamater explica que los niños comenzarán a experimentar y comprender plenamente la gratitud alrededor de los 7 años, y de manera más significativa durante la adolescencia. Pero también enfatiza que la gratitud es un proceso social aprendido. El hecho de que un niño pequeño no pueda comprender plenamente el concepto de ser agradecido no significa que los padres y cuidadores deban escatimar en el tema. Los estudios nos muestran que la gratitud es una habilidad que debe ser practicada. Al igual que tú ayudas a tu niño a ejercitar sus habilidades lingüísticas, motrices o de higiene, la gratitud requiere tiempo e instrucción. Lo claro es que enseñar a los niños sobre la gratitud proporciona considerables beneficios psicológicos, físicos e interpersonales a largo plazo.
Estos son algunos de los beneficios a largo plazo de la gratitud:
- Capacidad de sentir de forma más profunda las emociones positivas, como la felicidad, el amor y la alegría
- Menos problemas físicos, como dolores y molestias
- Sistemas inmunológicos más fuertes
- Habilidad para sentirse más optimista con respecto al futuro
- Mejores patronos de sueño
- Un aumento en el comportamiento pro-social que beneficia a las comunidades (por ejemplo, el voluntariado)
- Profunda valoración a las relaciones con amigos y familia
- Menos estrés y ansiedad
- Menos probabilidad de sufrir depresión
- Reducción de la agresión
- Ejercicio más frecuente
- La capacidad de enfrentar y ser más resiliente a situaciones de estrés
- Paciencia y mayor control de los impulsos
- Incremento de la empatía
Considerando todos estos beneficios, está claro por qué los investigadores se han involucrado en el estudio de la gratitud y sus efectos en la experiencia humana. Como puedes ver en la lista anterior, hay muchas razones fantásticas para enseñar a los niños a ser agradecidos. Esto va mucho más allá de la cortesía y los modales sencillos. Tener un profundo aprecio por el mundo que nos rodea es una de las cosas más poderosas que podemos enseñar a nuestros niños.
¿Estás listo para empezar a inculcar un sentido de gratitud en tu pequeño? Dirígete a nuestro artículo sobre cómo inculcar gratitud en tu niño pequeño.